No conozco tu rostro pero conozco tu corazón. Es el mismo que late dentro de mí, el mismo que ahora me permite vivir. Que a pesar de nunca haberte mirado a los ojos de forma probable te entiendo mejor que nadie, y sé muy bien, lo dadivoso que tú palpitar puede ser. Con cada latir recuerdo disfrutar los instantes, recuerdo oler las rosas, recuerdo amar, recuerdo sonreír más seguido.
¿Qué con la vida tan efímera y la existencia material eterna? Ahora entiendo, nuestra huella de carbono puede ser algo más si se acompaña de trascendencia. Si somos un espectador o un actor, yo desde aquel día he sido lo segundo, y no hago más que ser la mejor versión de mí en cada momento. Me cambiaste la vida al tocarme, me cambiaste tras darme una segunda oportunidad de vivir.
Gracias por compartir conmigo algo más allá de tu corazón.