sábado, 6 de octubre de 2012

Prisión de notas

Esa pieza no dejaba de sonar en mi cabeza a pesar de nunca antes haberla escuchado. Parecía tener vida propia, retumbaba una y otra vez con mayor intensidad. De pronto, la respiración comenzó a faltarme, conforme corría el tiempo se hacía más difícil retener el aíre en mis pulmones. Mi vista se nublaba, mis sienes y mi corazón palpitaban agresivamente. Fue inevitable lo que sucedió, apenas pude dar unos cuantos pasos más y me desvanecí frente a un pórtico.

Desperté y ella estaba ahí, justo delante de mí la más prestigiosa pianista. Me sonrió con ternura y pronunció en mi oído “te estaba esperando”. Una sensación paralizante se apoderó de mí, no supe qué pensar. En seguida ella me levantó para después colocarme frente a su piano y me dijo “toca, yo te diré las notas”.

Por extraño que fuera, comencé a seguir sus instrucciones. Plasmé cada nota que sus labios reclamaron hasta convertirlas en la más hermosa de las sonatas. Quede maravillado, era la misma melodía que retuve en mi mente, entonces supe que tendría que ser mía. Sin mayor preámbulo ella ofreció obsequiármela pero antes, necesitaba estar segura de mi compromiso con la pieza. Hicimos un pacto. . .

Dibujo de nota musical con colores de fondo

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