sábado, 15 de septiembre de 2012

Ya nadie me lee...

Todos han dejado de leer mis palabras, ya nadie se toma el tiempo para pensar en por qué aún escribo. Ni se preocupan por criticar lo que corre en sus mentes mientras están frente a mis textos. Ya no los leen.

Con prisa inconscientes egoístas, deambulan sin prestar atención, no dejan más momentos dedicados para saber qué son mis letras. Les es irrelevante saber que me motiva a escribir. Sí... esa es mi realidad, a mis textos ya nadie los lee.

Ya no los leen, ahora, sólo los sienten. Sonríen y lloran, intentan amar tan intensamente como los protagonistas, dejan a un lado que es una lectura. Se toman la libertad de ser parte la historia, besan con la misma energía, perciben los aromas, degustan el dulce sabor de los labios azucarados.

No se preocupan por lo que en su mente pasa, no les preocupa, mejor guardan silencio, entonces escuchan a su corazón. Los acelerados latidos, el calor de la piel, los suspiros robados, únicamente eso cautiva su atención.

Hermosa naturaleza de mi lector, ser el protagonista en cada una de las historias, entender que realmente son ellos de quien hablo que lo que cuento es parte de su vida. Yo simplemente se los hago recordar.

Y, aunque no te interese saberlo, esa es la razón por la que escribo. Siempre escribo para ti…




2 comentarios:

  1. Hablar sin ser escuchado, la mente calla
    El hombre al fin se ha olvidado

    Ya su boca no exhala suspiros, ya su lengua no muerde palabras.

    Yo una vez fui, hoy no soy nada.

    Mi conciencia, cordura extraviada, pide a gritos un alma que recoja su silencio.

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    Respuestas
    1. El sonido de labios y de letras, sin ser convertidas en ruido se vacían al olvido. Pero unas tantas veces, al olvido fueron destinadas por principio.

      Que en ese sitio yo suelo suponer, se encontraran aquellos a quienes me dirijo.
      De ahí, a las corduras extraviadas y las consciencias no desarrolladas escribo.

      Recojo su silencio sin convertirlo en ruido, sólo me lo llevo conmigo, de su mente lo elimino.

      (Aunque por intuición, más bien pienso que él mismo huye con sigilo.)

      Gracias por no callar, gracias por demostrar que en el no ser nada, aún hay alguien. Y no sólo alguien cualquiera... alguien que me lee, alguien a quien hago sentir.

      Ojalá pueda regalarte más acciones que inciten tu expresar textual...

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Usa tus palabras. Derriba mi orgullo o acrecienta mi ego, no importa, ambos resultados alimentarán mis ansias por escribir.

No me hables de aquello que ya sé o de eso que crees deseo oír. Hazme saber qué sentiste al leer cada párrafo, dime la forma en que mis letras lograron tocarte.

Y si acaso te domina la duda por saber qué es lo que pienso, no preocupes, siempre voy a responder tras leerte.

Capta mi atención... ¿puedes?.

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