domingo, 23 de septiembre de 2012

Pero... ¿por qué no puedo poseer una estrella?



“Odio que nadie me crea cuando les digo, que lo que más deseo en este mundo es poseer una estrella." Con esas palabras él finalizó hoy la sesión con Karen, su psicóloga favorita. Cuando se sentía triste la iba a ver, así llevaba más de cuatro meses yendo por contrato a sus servicios pero no había podido olvidarse de la absurda idea. Para esta ocasión, ella le propuso indagara en el por qué de su obsesión...

Entonces el chico llego cabizbajo a su casa, ya obscurecía y como siempre no había nada entretenido en la televisión. Hoy había sido un día pesado, asistió con tres psicólogas a lo largo del día y con todas tuvo que mentir, pues nunca se permitió aceptar la realidad. Aunque mentir lo agotara, decidió que después de tanto tiempo con el mismo problema, ya era hora de que comenzara a buscar respuestas dentro de él, sin importar el cansancio.

Apago la luz de habitación y se recostó en su cama sin siquiera cenar. La relajación poco a poco vino a él, y fue que empezó a enfrentar realmente lo que desde hace mucho no se atrevía. Su primer pensamiento, el cual resultó muy lógico, fue que tal vez, sólo tal vez debería ir a tres sesiones a la semana con una sola psicóloga y a pegarse a ella sin recurrir a otras. Aunque tras pasar unos minutos y pensarlo bien, se dio cuenta que con esas frecuencias seguro muy pronto se iba a quedar sin dinero en la bolsa.

Le fascinaba la vida ostentosa, la solución anterior jamás sería viable. Desecho el pensamiento y siguió con balbuceo durante un rato, hasta dar con el plan de crearse otra obsesión, “ehmm… mejor no” inmediatamente se respondió. No iba a ser solución duradera, por lo tanto necesitaba cambiar sus estrategias radicalmente. Al cabo de varios intentos, ideo otra, raptar a una estrella cuando obscureciera para así poder poseerla…  y sin muchos preámbulos se dio cuenta de los problemas legales que le traería el robar algo de semejante importancia, seguro alguien lo iba a notar.

Perseverante lo intento una y otra vez, y por último pero para nada menos importante, considero fuertemente acudir a terapia por primera vez, es decir; conocía a tres psicólogas, a lo mejor y alguna podría ayudarlo. Siguió pensando un poco más y dijo “No. En realidad no me siento mal con mi sueño, únicamente me he frustrado por no conseguirlo” después de decirse eso se dio cuenta de que por fin estaba feliz con él mismo. Se convenció de que no era malo desear poseer a una estrella porno, otras personas lo hacían. Incluso sus tres clientes psicólogas, se excitaban en demasía al ver videos de dicha estrella con otra mujer.

Suspiró profundamente y después de levantarse de la cama, camino al espejo sonriendo. Analizó las cosas un poco más y decidió no volver a tener psicólogas como clientas, estas no hacían más que traerle problemas, así que tomó el teléfono para hacerlas saber de su decisión. Ellas se enojaron mucho pero no importaba, bastó con volver a venderse con nuevas clientas quienes pagarían más...

Por cierto, sé que tal vez no esperabas un final así pero que más da, sonríe, yo lo hice mucho mientras escribí para ti. 


sábado, 15 de septiembre de 2012

Ya nadie me lee...

Todos han dejado de leer mis palabras, ya nadie se toma el tiempo para pensar en por qué aún escribo. Ni se preocupan por criticar lo que corre en sus mentes mientras están frente a mis textos. Ya no los leen.

Con prisa inconscientes egoístas, deambulan sin prestar atención, no dejan más momentos dedicados para saber qué son mis letras. Les es irrelevante saber que me motiva a escribir. Sí... esa es mi realidad, a mis textos ya nadie los lee.

Ya no los leen, ahora, sólo los sienten. Sonríen y lloran, intentan amar tan intensamente como los protagonistas, dejan a un lado que es una lectura. Se toman la libertad de ser parte la historia, besan con la misma energía, perciben los aromas, degustan el dulce sabor de los labios azucarados.

No se preocupan por lo que en su mente pasa, no les preocupa, mejor guardan silencio, entonces escuchan a su corazón. Los acelerados latidos, el calor de la piel, los suspiros robados, únicamente eso cautiva su atención.

Hermosa naturaleza de mi lector, ser el protagonista en cada una de las historias, entender que realmente son ellos de quien hablo que lo que cuento es parte de su vida. Yo simplemente se los hago recordar.

Y, aunque no te interese saberlo, esa es la razón por la que escribo. Siempre escribo para ti…




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