Cuando volví a mi lugar seguro, todo parecía igual que siempre mas no era ese sitio existente en mis memorias, esta vez era el real. El mar se mostraba pasivo, relajante y armónico. Las personas coloreaban el paisaje con sus atuendos, no importaba si andaban a prisa o si habían decidido disfrutar de la playa caminando.
Un enfoque inclusivo existía. Los insectos reposaban sobre mi piel y no me incomodaba. Aporreados, saltaban los peces sobre el oleaje; el ciclo de la vida no era interrumpido. Entonces, paso a paso él se acercó con un compañero canino. Me había encontrado con parte de mi pasado, y tras cambiar palabras con él pude reparar un conflicto interno. Me agradó escuchar quién ahora es...
Después volví allí repetidas veces durante mi retiro. Disfruté de la pesca y la escritura por la mañanas. Por las tardes compartí con viejos y nuevos amigos nuestro antiguo hábito; sentarnos a escuchar las olas y conversar. Incluso, ayudamos a un remolino de mar a devolver un par turistas que le harían indigestión.
Sí, lo sé. Yo lo sé. En mi lugar seguro todo sucede a la vez.
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