Marcelle miró de frente a su novio. Su tierna mirada se fijó justo en los ojos de él, pues después de tantas lágrimas y risas compartidas, al fin estaban listos. Sus estómagos revoloteaban, la sangre invadía sus labios, ambos exhalaban irregularmente. Hoy caían dos años del momento del sí, y su relación sólo había mejorado con el paso del tiempo. Eran una pareja única.
Ella tomó la iniciativa con el primer beso, y él continuó con caricias en su rostro. En seguida la joven enamorada fue cubierta entre los brazos de su chico. Una mano corrió por debajo de su brazo izquierdo, para terminar rodeándole la espalda hasta tocar su cuello. La otra cubrió su espalda baja, y se limitó a postrarse en la parte izquierda de su cadera.
Tras tocarse los labios entre si, comenzaron a danzar las sutiles notas desprendidas del aire; quien inequívocamente tocaba su canción. Murmuros corrían por sus oídos, poesías se deslizaban entre su piel, todo al mismo par de hacer especial ese instante. Fue ahí, cuando aquellos afectuosos besos ya no eran suficientes, ahora querían realmente unir sus almas.
Los dos andaban sin saber lo que vendría, que nuevo para ambos sería pues deseaban dejar de ser niños, jugaban a juntos ser grandes. Entonces sin preámbulo, comenzaron lentamente a despojarse de sus miedos, tela tras tela descendían hasta sus pies ya descalzos. Y las caricias, sustituyeron el calor de sus ropas, ahora estaban mejor cobijados.
Se tomaron de las manos, caminaron hacia el cuarto, y sobre la cama se cayeron. Sonrientes permitían correr la noche sin prisa, esta, ya les pertenecía. Más allá de sólo perder el pudor, ellos se abrazaban principalmente, amaban sentir por primera vez el roce de su piel desnuda, pero lo que más disfrutaban, era el hecho de estar con quien amaban.
Sus ojos cerrados casi siempre se hallaban, no querían distraerse con ellos, pero cada vez que uno los abría, el otro no tardaba en hacerlo también para interceptar su mirada. Así tímidos, tiernos e ingenuos subieron la temperatura, sus besos dejaban de ser inocentes paulatinamente. Se hacían más fuertes, más intensos, tenían deseos por llegar más lejos del sabor azucarado de sus labios…