Siempre
en su hora. La muerte fría arribaba una y otra vez al campo de batalla, la muy
suspicaz, refrescante se hacía sentir después del calor de cada vivir. Pálida de rostro y colorada de mejillas, maquillada venía gustosa que hasta
portaba su mejor piel.
No
retardaba a cumplir su labor. No hacía más que desprenderla del cuerpo que
sufría; por mis manos, por mis ansias, por mi sed. La postraba a desvanecer. Sus
funciones del ser excluía, en su ausencia, ya sólo era carne y hueso...
resultado inanimado, ofrecido en homenaje a mi habilidad corpórea.
Así, entre
sonrisas cortantes de suspiros robados era arrebatada de mis brazos, aunque
de vez en cuando de entre mis piernas también. Pero lo que la muerte más apetecía era llevarla con quejidos causados por aquel mi objeto, el muy
punzocortante, mismo con el que apuñalé indiscriminadamente su vientre.
Todo marchaba, todo andaba como debía, pero el tiempo entrometido comenzó a apresurar, hacía presente cada
vez más consecuencias como aquella rigidez de un cuerpo post mortem. Su
apuñalado vientre ya dejaba correr bastante vida, ensuciaba mi cuerpo,
lubricaba la herida. Sus ojos hundidos y sus labios aún bastante rojos la hacían
lucir suspendida en otro plano. Retenida
en la brecha entre mirada perdida y la ausencia de luz. La muerte había ganado.
Recostada
e inerte frente a mí, su cuerpo sin ánima me hacía observarla. Contemplaba mi calmo trofeo, hasta que… lentamente se comenzó a mover,
refutaba su quietud. Obstinado cadáver activo, pensé. Pero extrañamente no me sorprendió su volver, ya nos era un hábito común morir y despertar. Tan
empedernida acción que la practicábamos en repetidas ocasiones, algo
ya inherente a nuestro lazo afectivo.
De ahí,
como inhumanos e incomprendidos fuimos juzgados únicamente porque al mismo instante,
la gente solía llamarlo orgasmo. Sin caer en cuenta que para nosotros no lo era
así, siempre fue algo más, siempre fue algo, estrechamente ligado a una extensa
variedad de pulsiones. Algo fortuito, exacto, adictivo. Algo entendido singularmente
por ella y por mí… sin nadie más, sólo perteneciente de ella y yo.
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