Ella en un pequeño frasco traía mis sueños, presumía el poder. Hurtadora egocéntrica de fantasías.
Mis ojos se hundían, mi boca reseca anhelaba calmar su sed somnolienta, tanto así, que mi alterado cuerpo asemejaba a un saturado en taurina.
Ah, valla opresión, la perra no hacía más que orillarme a vender lo único que me quedaba ¿Y sólo por uno de mis sueños? Sí, sólo por uno de ellos, viaje astral sin restricciones.
Que aunque después de todo simples sueños son, siempre resultan de blanco lienzo psicótico, y yo, con un pincel bastante mórbido. De ahí que soy artista de letargos, experto escapista de inherente realidad.
¡Pero qué más! Pierdo mi tiempo, ya que tome mi carne, que devuelva mi mejor mente. No entiende que necesito soñar y crear, vivir sin despertar. Necesito ahora de eso, casi a tal forma en que ella necesita a lo itifálico.
Sólo quiero mi ausencia, que no se escatime mi reserva, que mientras yo me voy ella podrá hacerme venir.
Siempre me quedo sin palabras cuando leo tus escritos... creo que siempre logras sorprenderme de una u otra forma, pues la visión que tienes debo decir que es maravillosa.
ResponderBorrarSaludos
Gracias que siempre dedicas aunque sea un poco de tu tiempo para leerme, a pesar de que a veces yo mismo no lo tenga para acompañarte mientras lo haces...
Borrar