Caminé hacia el mar, sabiendo que
iba a encontrarla. No sabía como sería, pero al verla, entender que era ella se
daría solo.
Crucé con cautela sobre la arena,
paso a paso abandoné cada huella como rastro. Y no me apresuraba, no había
razón, ella estaría ahí.
Deambulé por horas, el Sol caía
en el horizonte, se hacía uno mismo con el océano. Fue que al llegar al borde
visible en la bahía, me encontré frente a un muro de rocas.
Al verlas, tome la decisión de no
detenerme, que algo dentro de mí necesitaba indagar, saber, descubrir, su lado
opuesto antes de la luz del astro perder.
Escalé, piedra a piedra. Quería
encontrar mi destino, allí, en ese justo instante, en ese preciso momento, sin
postergar, pues el tiempo caía, apresuraba mis ansias.
Llegué a la cima y al fin la vi…
musité su nombre sin siquiera conocerlo. Era ella, solo ella. Entonces descendí
presuroso la pendiente, sin precaución, dispuesto únicamente a estar a su lado.
La miré fijamente y con afecto a
los ojos, pude intuir que me esperaba. Quería mirarme antes de la Luna
ascender, y yo, estaba ahí, total y absolutamente para ella.
Tomé a mi dama varada, mi dama
casi dormida, la tomé con mis manos, y sin importar cuanto desbordara de mi
piel, la abracé.
Se sentía tranquila, logró
mirarme en los últimos instantes de la puesta cromática. El Sol se ocultaba, se
llevaba con él sus suspiros. Los hacía más lentos, más profundos, más hermosos.
La tomé una vez más entre mis
brazos, sin importar que desbordara de mi piel. Me preparé para dejarla ir, me
preparé para aceptar que la brisa no cesaba de rogar su ser…
Antes de partir, abrió sus
grandes ojos cristalinos. Pude reflejarme en ellos, supe que parte de mi moría con
ella. Suspiró una última vez, llenó sus pulmones de aire, y cerró los ojos al
partir con el ocaso…
Así fue la primera vez que vi a
mi dama dormir, nunca olvidé su belleza. Sin ser más que un cetáceo varado
después de la tormenta, resultaba todo para mí. Inmensa, majestuosa, perfecta,
y al mismo tiempo, inerte.
Así fue que nunca dejó de
despertar en mis sueños, realmente se quedó conmigo, y me dejaba verla dormir una
y otra vez, antes de que yo despertara. Así fue, así fue…
Wow, es majestuoso.
ResponderBorrarMe gustaría saber en qué te inspiraste.
Es como si relataras un sueño, de esos que nunca se olvidan.
La forma en que escogiste las palabras es muy buena. Describen bien el momento, y profundizan más la lectura.
Me hago seguidora tuya, me sorprende que tengas tan pocos seguidores con lo bien que escribes.
Y si no es mucha molestia, me gustaría que te pasaras por mi blog
http://pensamientosalanochecerpenguin.blogspot.com.ar/
Ya que también escribo, y como veo tu capacidad, me gustaría saber de tu opinión.
Besos
Tu sentir no estuvo tan lejos de la realidad, que la inspiración llegó entre sueños. Sólo que realmente era un equino y no cetáceo... larga historia.
BorrarGracias por los elogios, más aún cuando te diga que escuchar tus pensamientos es la mejor paga a mis versos.
Por cierto en estos días me doy una vuelta por tu blog, que es un honor recibir invitación de la propia autora. Por ahora ando con mil cosas.
Suerte
muito lindo seu conto.. uma procura que achei inquietante, que despertou minha curiosidade para saber se chegaria ao que tanto buscava...e o encontro foi maravilhoso...e saber que nunca a perderia porque ela estaria em seus sonhos.beijo
ResponderBorrarGracias por leerme, gracias por tomarte el tiempo de traducir mi historia.
BorrarEs grato saber que te gustó, y ojala puedas encontrar en mi blog más cosas que te gusten.
Bienvenida a éste mi espacio dedicado a letras.
Saludos
Me encantó la entrada, escribes muy bien.
ResponderBorrar-----------------------------------
Te invito a mi blognovela negra que llevo escribiendo desde hace dos meses y no me va nada mal.
http://retratodeunasesino.blogspot.com.es/
Gracias por las palabras y también por invitación.
BorrarEn cuanto tenga tiempo, seguro me doy una vuelta por tu blog.