Las mujeres temporales en mi vida sólo vienen y se van, sin pertenecer, sin permanecer de más. Me acompañan mientras compartimos. Nos mantenemos activos. Nos ocupamos sin líos. Cortas compañeras de vida. Existimos en instantes fugaces; faltos de evidencia. Únicamente coexistimos en memorias.
Si algo nos caracteriza es el reparo en discreción, una intimidad no pública aún cuando ni siquiera fuera de alcoba. Y es por eso que a ninguna quise más, con todas compartí distintas cosas aunque... es verdad que sí hay un par que trascendieron. Las marcas que dejaron siguen en mí, sí, algunas cicatrices y lesiones, pero también hay alegrías que aún me hacen sonreír.
Nuestra temporalidad; es el tiempo mostrado en mi muñeca o a veces en la de alguna de ellas, aquel que me recuerda hasta qué minuto debo estar. Que si bien no soy basto de mujeres para aquellas que existo en sus instantes, casi siempre soy yo, quien elije nuestra temporalidad.
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"Temporalidad en reloj de arena" |