lunes, 25 de junio de 2012

* Besos de azúcar (Erotismo - labios rojos)

Marcelle miró de frente a su novio. Su tierna mirada se fijó justo en los ojos de él, pues después de tantas lágrimas y risas compartidas, al fin estaban listos. Sus estómagos revoloteaban, la sangre invadía sus labios, ambos exhalaban irregularmente. Hoy caían dos años del momento del sí, y su relación sólo había mejorado con el paso del tiempo. Eran una pareja única.

Ella tomó la iniciativa con el primer beso, y él continuó con caricias en su rostro. En seguida la joven enamorada fue cubierta entre los brazos de su chico. Una mano corrió por debajo de su brazo izquierdo, para terminar rodeándole la espalda hasta tocar su cuello. La otra cubrió su espalda baja, y se limitó a postrarse en la parte izquierda de su cadera.

Tras tocarse los labios entre si, comenzaron a danzar las sutiles notas desprendidas del aire; quien inequívocamente tocaba su canción. Murmuros corrían por sus oídos, poesías se deslizaban entre su piel, todo al mismo par de hacer especial ese instante. Fue ahí, cuando aquellos afectuosos besos ya no eran suficientes, ahora querían realmente unir sus almas.

Los dos andaban sin saber lo que vendría, que nuevo para ambos sería pues deseaban dejar de ser niños, jugaban a juntos ser grandes. Entonces sin preámbulo, comenzaron lentamente a despojarse de sus miedos, tela tras tela descendían hasta sus pies ya descalzos. Y las caricias, sustituyeron el calor de sus ropas, ahora estaban mejor cobijados.

Se tomaron de las manos, caminaron hacia el cuarto, y sobre la cama se cayeron. Sonrientes permitían correr la noche sin prisa, esta, ya les pertenecía. Más allá de sólo perder el pudor, ellos se abrazaban principalmente, amaban sentir por primera vez el roce de su piel desnuda, pero lo que más disfrutaban, era el hecho de estar con quien amaban.

Sus ojos cerrados casi siempre se hallaban, no querían distraerse con ellos, pero cada vez que uno los abría, el otro no tardaba en hacerlo también para interceptar su mirada. Así tímidos, tiernos e ingenuos subieron la temperatura, sus besos dejaban de ser inocentes paulatinamente. Se hacían más fuertes, más intensos, tenían deseos por llegar más lejos del sabor azucarado de sus labios…


martes, 5 de junio de 2012

Memorias de guerra por la media noche

Demencia, paranoia, crisis, lo más cercano a describir mi estado mental, y sin embargo las palabras son muy dulces para expresar lo que me aqueja.

Mi cabeza gira, el sudor escurre por mi frente, me hace falta la respiración. Entre mis sueños se pronuncian los nombres de aquellas victimas mías, se acrecienta mi culpa. Y durante la media noche me vuelvo vulnerable, quedo a su merced.

¿Por qué? pregunto yo a Dios. ¿Qué acaso no en la guerra, reclamar esencias ajenas no es lo correcto? Estoy seguro es valido, que de eso siempre se ha tratado todo esto. Entonces si mis actos fueron puros ¿por qué me siento tan sucio?

Jamas toque a un inocente, sólo hice lo correcto ¿o no fue así? ¿Qué acaso esta mierda no fue en tu nombre? peleé por ti, entregue mi vida a tu fe, a cambio obtengo culpa en mi ser. De haber sabido que me abandonarías, yo te habría hecho lo mismo primero...


sábado, 26 de mayo de 2012

Gritos violentos


Camino sin destino con la mente repleta de tormentos. 
Ni siquiera los sombríos pasajes de la ciudad, 
ni la afonía existentemente precautoria antes de la emboscada, 
me regresan a mi. 

De pronto me encuentro en medio de calles inhabitadas,
aun así el silencio no es puro, los gritos violentos reclaman mi atención. 
No dejan de hacer ruido en mi cabeza,
no me permiten escuchar lo que pienso.

Mi soledad intranquila,
ahora que no requiero tus servicios,
pareces estar más entusiasmada en mi ser.


jueves, 10 de mayo de 2012

Las letras que nunca te di


Las letras que nunca te di, y que siempre quise darte. Ya no existen, se han desvanecido. De algunas, corrí su tinta con mis lágrimas. De otras tantas permití su fuga, esas, huyeron junto a mis esperanzas de que volvieras.

Unas más pesaban demasiado, sin desearlo, las tuve que dejar en el camino. También retuve las que anhelaban tus sonrisas, y les defendí de las pocas repudiando tu persona. Hasta que un día, la minoría ganó.

Las cartas más preciadas, las que mantuve muy cerca de mi corazón, ardieron lentamente con mi alma. Todas trataron de sobrevivir al tiempo, y a pesar de sus esfuerzos, sin excepción perecieron de alguna u otra forma.

Ahora ellas son sólo sombras del pasado, que se mezclaron con cenizas del fuego pasional. Inservibles para muchos, aunque de gran valor para mí. Pues con ellas abono, mis nuevos momentos en sí. Guarde con recelo tus recuerdos olvidados en mi habitación, los que dejaste en mi cama y también los del espejo. Los mismos que demuestran que todo contigo existió.

Las cartas presentaron final opuesto al de tus recuerdos. Es porque carecían de tu esencia, no tenían de ti eso que me atara a conservarlas. Ya no fueron un tú y yo,  inmediatamente se convertían en un sin ti. Ojala hubieras leído todas aquellas cartas, tal vez, y sólo digo tal vez, habrías cambiado tus pensares de mí.

Que en unos instantes existieron tus palabras provocando eco en las paredes. Que en unos instantes existieron tus manos curando mis heridas. Que en unos instantes existió tu piel acariciando mis cobijas. Fueron verdad esos instantes, pero hoy ya no, decidiste llevártelos lejos contigo.

¿Será que encontraras las cartas en el olvido? O ¿Seré yo quien te encuentre desde el olvido por ellas? Eso, eso mi estimada dama del Sol naciente, no lo sé con certeza…


jueves, 26 de abril de 2012

Déjate perder (Erotismo - labios rojos)

Hazlo, no lo pienses. Dame lo que tienes para mí, dámelo todo. No quiero pensar en consecuencias, no quiero pensar en un mañana, hoy no importa lo demás, que justo ahora lo eres todo para mí. 

Conforme caen las manecillas nos hundimos más en lo profundo. Me ahogo entre tus besos, sofocas mi aire, robas mi aliento, devoras mis labios, y me haces desearte como nunca. Me fascina.

Necesito más de ti, necesito más. Esto ya no puede parar, no te detengas y sigue, falta mucho para que termine. Rompe mis prendas, sólo estorban. Agita mi corazón, desgasta mis manos, desgárrame la lengua a mordidas. Hazlo ya, no lo pienses.
No respetes mi espacio, olvida la censura, desnúdate, deja aun lado tus secretos, que esta noche quiero vestirte de piel y caricias. Quiero recorrer cada detalle de ti, cada rincón que escondes del Sol. Para mí, no tendrás nada que ocultar.

La ropa en el suelo que se apila en montañas, reposa junto a nosotros. De pronto, las sabanas parecen llamarnos, ansiosas por ser nuestros testigos. Pero ya no quiero recostarme más, pues ahora cualquier lugar resulta ideal, o al menos parece que eso piensas mientras te ayudo a tocar el cielo. Si que lo haces, mientras te sostengo entre mis brazos y tus pies se suspenden libremente por el aire.

Amo que me mires con los ojos cerrados. Amo que te aferres a mi espalda para no caer. Pero lo que más amo, es que me digas todo con una sola vocal…



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